Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP

Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP
Carlos Fierro con un grupo de egresados del Diplomado en Gastronomía de la UJAP del cual fue su Coordinador al inicio. GASTRONOMIA (del griego γαστρονομία)es el estudio de la relación del hombre con su alimentación y su medio ambiente o entorno.Gastrónomo es la persona que se ocupa de esta ciencia. A menudo se piensa erróneamente que el término gastronomía únicamente tiene relación con el arte culinario y la cubertería en torno a una mesa. Sin embargo ésta es una pequeña parte del campo de estudio de dicha disciplina: no siempre se puede afirmar que un cocinero es un gastrónomo. La gastronomía estudia varios componentes culturales tomando como eje central la comida.Para mucha gente, el aprender a cocinar implica no solo encontrar una distracción o un pasatiempo cualquiera; pues cocinar (en un término amplio) es más que solo técnicas y procedimientos... es un arte, que eleva a la persona que lo practica y que lo disfruta. Eso es para mi la cocina, con mis obvias limitaciones para preparar diversos platillos, es una actividad que disfruto en todos sus pasos, desde elegir un vegetal perfecto, pasando por el momento en que especiamos la comida, hasta el momento en que me siento con los que amo a disfrutar del resultado, que no es otro más que ese mismo, disfrutar esta deliciosa actividad o con mis alumnos a transmitirles conocimientos que les permitirán ser ellos creadores de sus propios platos gracias a sus saberes llevados a sabores

sábado, 9 de mayo de 2015

Sergio Montoya, artista especializado en gastroescultura, unió dos artes y dos pasiones: cocina y escultura, y creó este movimiento para el cual se inspira en platos tradicionales y de vanguardia, y en cocineros

Esculturas que abren el apetito

El artista une la cocina y la escultura
El artista une la cocina y la escultura
Sergio Montoya, artista especializado en gastroescultura, unió dos artes y dos pasiones: cocina y escultura, y creó este movimiento para el cual se inspira en platos tradicionales y de vanguardia, y en cocineros

La comida ha servido como recurso a muchos artistas, desde los bodegones a los retratos vegetales de Arcimboldo o las latas de sopa Campbell de Warhol. Sergio Montoya ha dado un paso más allá y ha creado la “gastroescultura”, con piezas inspiradas en platos de cocina tradicional y de vanguardia.
Montoya, artista especializado en gastroescultura, decidió unir “dos artes y dos pasiones”, cocina y escultura, para crear este movimiento. “Me inspiro tanto en platos como cocineros. Arzak me gusta mucho, la composición de sus platos tiene mucha fuerza”, explica Montoya, que ha llevado al bronce , a 160 centímetros de altura,  el pincho de cabezas de pescado secas y cristalizadas del chef vasco.
“Me inspiro en platos, no los copio; como hacen los chefs, yo también investigo en texturas, materiales u colores”, explica el artista, quien considera “una suerte” el amplio abanico de materias primas del que hoy dispone un escultor, “que sólo tiene que saber aplicar a cada una la técnica adecuada”.

En su estudio de Madrid “cocina” esculturas de latas de hierro que contienen atún, anchoas y sardinas de madera policromada; conservas de cristal con resinas que evocan el aceite de oliva, pescado de hierro a la sal, crujientes de gambas metálicos, mejillones de leño al vapor e incluso pan de bronce. También tiene su versión artística de una parrillada de carne, del atún encebollado, del pulpo a la brasa y de sepia a la plancha, así como latas de conservas semiaplastadas hechas con mármol y piedra, de un realismo inapelable.
Obras de formato pequeño y otras que superan los dos metros de altura, de pared y exentas, en madera, hierro, piedra o resinas, que este gastroescultor trata como si fueran platos. “Estudio los ingredientes y su traslación a materiales, y los cocino. En la escultura del pulpo a la brasa aplico el soplete a la madera”, detalla.
Aunque le apasiona el colorido de la comida nipona –sus gambas de resina son tan reales que cuesta frenar la tentación de llevarlas a la boca– Montoya encuentra muy interesante trabajar con la cocina española, tanto tradicional como vanguardista. Quedó satisfecho con una escultura de un plato de callos y ahora quiere dedicarle otra al cocido madrileño. Cuanto más abstracta es una elaboración culinaria más dificultades presenta y más debe incrementar su tamaño.
“Se pueden introducir humos y espumas en una escultura, pero tiene que ser más grande. A veces la gracia está en jugar con los tamaños, como multiplicar el de un champiñón o hacer un espárrago de un metro”, apunta. Su sueño es trabajar junto con los cocineros que más le inspiran, como Arzak, Andoni Luis Aduriz, de Mugaritz, y David Muñoz, de  DiverXO: “La idea es estudiar con ellos el proceso de creación de uno de sus platos y luego aplicarlo en una escultura. Me encantaría hacerlo”.
Ya lo ha conseguido con otros cocineros menos conocidos, como Javier Aparicio. Le encantó su coca de pulpo y la transformó en una escultura donde el pan de cristal es una duela de barril tratada y el octópodo madera coloreada. En la coca de pisto las verduras son pequeñas piedras. A la inversa, sus gastroesculturas inspiraron un menú degustación en un restaurante de Madrid. Muchos de sus clientes son establecimientos de hostelería y particulares, que buscan dar un toque distinto y original a sus cocinas. Su reto es conseguir que sus obras también despierten la memoria olfativa, aunque reconoce que es “todo un reto” lograr olores agradables, parecidos al del plato original y que perduren.

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